domingo, 25 de marzo de 2012

Llega el domingo y la realidad se impone

Pues sí amigos, lamentablemente, hoy nos enfrentamos a un nuevo domingo, el día más odiado por todos, después de los lunes. ¿Me pregunto quién puede no odiar los domingos? ¿Y los lunes? Mejor no hablar de los lunes por ahora.
Llega el viernes, en mi caso el jueves o "juernes", tienes la agenda a rebosar de planes y además, de cosas que hacer para el lunes, pero bah!, ya las harás el domingo por la tarde, te dices a ti mismo para evadir el remordimiento por saber que vas a pasar el fin de semana vagueando. Pues bien, terminas saliendo por ahí jueves, viernes, sábado y no sales el domingo porque te habías prometido quedarte en casa a avanzar en los deberes y demás tareas del colegio, instituto, universidad o trabajo. Es aquí cuando comienzas a experimentar una sensación muy similar a la depresión: no sabes qué hacer, no te apetece moverte del sillón o separarte del ordenador y lo peor, todas las tareas que has dejado acumuladas para el día de hoy, dejan de ser importantes en tu cabeza. "Es domingo, mañana lunes, es decir, rutina", te dices constantemente.

Es entonces cuando a algunos como yo, nos entra el agobio a las siete de la tarde y nos ponemos a hacer las tareas deprisa y corriendo (normal que luego entienda estadística como un chino el español). Otros desisten, se levantan y se van a la calle a aprovechar las últimas horas del fin de semana. Me consta que muchos otros terminan jugando con sus padres, hermanos, tíos o abuelos al parchís, hundir la flota, ajedrez y no sé cuantos juegos de mesa más. Con tal de distraer la mente del lunes, todo vale.
Y es que da igual lo que nos cuenten sobre los domingos, que también son los días en que la familia se reúne para comer o en que las parejas van al cine. Los domingos son un asco se miren por donde se miren, queremos descansar más y somos incapaces de enfrentarnos a la idea de que mañana, el despertador nos quitará el sueño a las siete para empujarnos hacia el tren, metro o bus que nos lleve a nuestros puestos de trabajo o estudio.
A partir de aquí se inicia la rutina semanal, todos los días corriendo de un lado para otro, haciendo deberes, buscando información sobre no sé qué en cualquier sitio...un estrés monumental, vaya.
Podría daros un consejo, pero ni siquiera yo sé como se presentará mi domingo, si os consuela, muy probablemente acabaré jugando al Monopoli con mi hermano pequeño.
A pesar del panorama os animo a salir a pasarlo bien que la vida son dos días, aunque uno de ellos sea domingo.

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