lunes, 16 de abril de 2012

          El buque de los sueños

Hace tan sólo un par de días, se conmemoró el primer siglo desde que el famoso Titanic se fuera a pique en las frías aguas del Atlántico Norte. Me pregunto, quién no ha oído, a día de hoy, hablar del Titanic y de su trágica historia.

Sin lugar a dudas, supuso el accidente marítimo más catastrófico de todos los tiempos y también el más recordado. Tanto es así que, cien años después, aún nos estremecemos al pensar en ello. En torno a unas mil quinientas personas perdieron la vida durante y después del hundimiento y tan sólo unas setecientas consiguieron escapar del horror que significó el hecho de que "el insumergible" comenzara a hundirse en torno a las 23:40pm. La velocidad desmedida y las tranquilas y oscuras aguas condenaron al gran buque de inmediato, convirtiendo en misión imposible el esquivar el gran peñasco de hielo que se presentó por sorpresa aquella gélida noche.

El interés por el Titanic se mantiene a lo largo del tiempo, sin importar los años transcurridos.
En cierto modo se trata de algo comprensible, todos viajábamos dentro de él. Personas ricas y pobres, de una raza u otra, niños, adultos y ancianos, con distintos oficios y profesiones...
Lo sucedido aquel 14 de abril de 1912 pervivirá siempre, tanto en nuestras cabezas, como en las de generaciones venideras, de eso no me cabe duda. Gracias a la gran cantidad de escritos y, sobre todo, gracias al cine, casi somos capaces de imaginar el terror que se desató tan de repente. En minutos el barco se convirtió en una selva donde todos sus pasajeros se mataban por escapar de allí, por conseguir un sitio en un bote que, en aquellos momentos, significaba una oportunidad de vivir.

No obstante, no todos pudieron siquiera, luchar por salir de allí, se mantuvo atrapados a los de tercera clase durante varios minutos, mientras los de segunda y tercera abandonaban el lugar del desastre. La jerarquía social impuesta sirvió como cadenas para las personas más pobres, muchas de ellas condenadas a morir junto al inmenso trasatlántico.


Finalmente y después de una larga agonía de dos horas y cuarenta minutos, el celebérrimo "buque de los sueños" tocó fondo, estableciéndose en una ladera submarina a 3.810 metros de profundidad, donde descansa desde entonces.






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