martes, 20 de marzo de 2012

El poder de esa caja mágica llamada televisión

La televisión es, sin lugar a duda, el medio de comunicación más poderoso. Si pensamos un poco, podremos darnos cuenta de cómo se ha introducido lentamente en nuestras vidas, convirtiéndose en una parte más del mobiliario de cualquier casa. De esta manera, nos es muy fácil pasar horas y horas pegados a esa televisión que todo lo puede.
Los televisores se han convertido en una especie de imán que nos aleja del mundo real, de todo aquello que sucede más allá de la ventana y a los que dedicamos un tiempo excesivo.
La televisión, como ya he dicho, lo puede todo. Sirviéndose de toda una serie de técnicas, es capaz de modificar colores, tamaños, luces, etc. Todo ello, a pesar de lo inocente que pueda parecer, introduce, de forma disimulada, cambios psicológicos en la mente del telespectador, llamando o no su atención según convenga.
La tecnología avanza a pasos agigantados, de eso no cabe duda. Desafortunadamente, este avance se realiza en detrimiendo de la sabiduría del espectador, ya que la función didáctica se reduce considerablemente según se dan éstos.
Para colmo y he aquí la cuestión más importante, el periodismo informativo queda progresivamente relegado a un segundo plano, condenado a mantenerse en la sombra mientras los talk shows (programas hablados) se convierten en dueños de la comunicación.
Estos programas hablados son cada vez más frecuentes en todo el mundo. Están compuestos por un presentador, uno o varios invitados y un público que suele ser bastante extenso.
Presentan una capacidad omnívora inigualable, no hay tema que escape a sus garras: sexo, religión, política, vida conyugal...
Son programas que gozan de gran respaldo publicitario y a menudo, de altos niveles de audiencia.
El problema real es su carestía de límites, el presentador anima y estimula a los invitados indagando en sus vidas y haciendo que afloren sus prejuicios, celos, envidias...
Los talk shows nos invitan a dar rienda suelta a nuestros sentimientos más viles, egoístas y destructivos y hablan en voz de toda la audiencia, en lugar de aquella minoría que es quien los ve a diario.
Ejemplos de talk shows en España: Sálvame o el ya retirado "DEC" entre un sinfin de nombres más, muchos de ellos clasificados como telebasura. Sin lugar a duda, estos son dos buenas muestras de esta nueva televisión.
Mientras tanto, el periodismo informativo pierde respaldo por parte de empresarios, anda carente de presupuesto suficiente, ya que el público apuesta más por este tipo de programas o concursos.


En definitiva, de no cambiar la situación, nos espera un mundo menos informado de lo que está y rodeado de batallas televisadas a diario.

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